sábado, 17 de febrero de 2007

Volvio el teclagol


La sensación del verano, el invicto, el ganador de los superclásicos... River era, hasta hace ocho días, el mejor equipo del 2007. Lo era por resultados, pero sobre todo por la contundencia, por la enorme cantidad de fútbol que desparramó. Pero le pusieron los puntos: los del Clausura, los que suman en una tabla. Y River ya no es lo que era. Gana, pero no gusta. Y no sólo no golea, sino que tampoco tiene las chances de hacerlo.Todo el brillo que Belluschi le sacó a la pelota en los clásicos amistosos se está opacando. Porque parece ser que el 4-4-2 elástico, las variantes que tenía con Sambueza y Galván por las bandas y la solidez que ostentaba ya no sorprenden. Ayer el Pelado quiso, intentó, tuvo algunos arranques cargados de adrenalina, pero pocos. Newell''s le cerró los caminos con un doble cinco de leones, con Zapata y Husain robándose el medio —el Kaiser intentó corregirlo con Ahumada—, y River se quedó sin nada de juego. Newell''s le sacó la pelota, lo apuró con presión y fuerza. Y no hizo más porque no podía, no tenía en la cancha los jugadores como para desnivelar más que con pelotazos para Cardozo —Carrizo le sacó un mano a mano tremendo— y las escapadas de Flores.A pesar de todo, River ganó. ¿Por qué? Porque el Tecla aprovechó dos de las cuatro chances que tuvo frente a Villar, porque definió la primera después de un pelotazo de Belluschi y la segunda, de zurda, tras un córner del capitán. No hizo más porque no supo. Se llevó todo porque Newell''s tampoco encontró la manera de sostener el 1-1 que había festejado después de que Spolli le ganara en el forcejeo a Gerlo.



Los enganches, los lujos, el aluvión de fútbol y la tranquilidad en el fondo ya no están. River gana. Y punto. Por un derechazo de Tuzzio en la primera fecha. Por dos apariciones de Farías en la segunda. Por eso está ahí, arriba. Aunque juegue mal, aunque no sea el que era. Aunque nadie vaya a creer si le dicen que este River es el equipo sensación de un verano que, aunque no parezca, todavía no terminó.




No gambeteó a tres rivales ni la acarició al lado del palo. No ganó de arriba por tener una altura imponente. Tampoco tuvo uno de esos partidos en los que participó de cada llegada. Sin embargo, aunque sus 177 centímetros no escondan demasiados secretos y con su habilidad no descoloque caderas, a Ernesto Farías el Coloso le quedó chiquito. Porque hizo uso (y abuso) de su control de pelota para pinchar con el pecho ese pelotazo de 40 metros de Belluschi y tocar ante el achique de Villar. Porque leyó como nadie el córner de Belluschi, zafó de su marca y apareció solito y solo para empujarla. Y porque apenas necesitó cuatro tiros al arco para meter sus primeros dos goles en el torneo y darle un triunfo importantísimo a un River nublado de ideas. Por eso, para el Tecla salió el gol...Y salió en el momento justo. Ni más ni menos que cuando Daniel Passarella estaba charlando con Marco Ruben. Es cierto, un rato más tarde, el Kaiser sacó a Falcao para que entrara el ex Central. Pero hasta ese momento, cerca de los 35 minutos del primer tiempo, nadie iba a hacer un berrinche si el cartelito electrónico mostraba el 9. Porque el 9 no aparecía, no pesaba. Luchaba cuerpo a cuerpo contra el lungo Spolli, sí. Picaba al vacío buscando un metro cuadrado libre, también. Pero quedaba muy lejos del gol. Tanto que necesitó del tacto de Belluschi para poner las cosas en su lugar. Y así lo admitió. "Fue una pelota bárbara. Cuando lo vi levantar la cabeza, piqué y me la tiró justita", contó con idéntica simpleza a la que también mostró para dejar el partido 2-1: "Fue un córner bien tirado, que peinaron y me quedó".Nada de olfato especial, nada de autobombo ni elogios desmedidos. Como siempre, Farías prefirió dejar a un costado su actuación personal para poner en primer plano el esfuerzo del equipo. Sólo aceptó que se siente "entero, con mucha fe por la pretemporada que hice", que ya no hay rastros del problema que tuvo el año pasado en la rodilla derecha (lo operaron dos veces del tendón rotuliano por una molestia crónica) y como le había contado a Olé horas antes de que arrancara el Clausura, repitió que le "encantaría ser el goleador del torneo. Yo siempre busco hacer muchos goles y estar arriba en la tabla de goleadores". Agradeció la banca incondicional de Passarella —"Su apoyo es muy importante para mí"— y reconoció lo bien que le viene jugar contra Newell''s (ver aparte), pero la clavó en un ángulo al explicar por qué River se quedó con los tres puntos. "Ganamos porque el equipo va al frente y siempre quiere más".El dato estadístico de que sólo dos de los siete goles que River hizo en el 2007 habían sido convertidos por delanteros (Ortega ante Racing y Falcao frente a Boca) y el ruego desesperado del Kaiser para que llegue Mauro Rosales, quedaron tapados por la furia goleadora del Tecla, quien la metió después de 76 días (el anterior a Chicago). Por un ratito, sí. Pero lo suficiente como para terminar con una sonrisa el fin de semana. ¿Que River no jugó bien? Cien por ciento cierto. Farías nunca lo negó, pero justamente aprovechó eso para dar una mirada optimista: "Cuando ganás sin jugar bien, se disfruta más. Quizá llegamos menos que en otros partidos. Tal vez no fuimos tan vistosos. Pero el equipo fue contundente. Y eso también sirve".
Fuente: Ole

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